Cada escenario, como parte de otro más grande, nos extiende la posibilidad de integrarnos al sueño que nos propone Edward James desde la distancia y el tiempo. Orquídeas que se asoman de entre los árboles y que nos recuerdan a los personajes plasmados en la obra de Leonora Carrington; estructuras gigantescas que parecen salir del país de las maravillas de Lewis Carroll, atravesar el espejo como lo haría Alicia y poder soñar que tocamos las estrellas al final de alguna de esas escaleras que parecen terminar abruptamente. Al llegar a la parte más alta del jardín podrás sumergirte en las pozas de agua cristalina que reposan a los pies de la “Cascada del General”. Sueños y anécdotas acompañan nuestro recorrido, personas y personajes, colores y sonidos. Esto y lo que tu propio recorrido te revele al visitar el Jardín Surrealista de Edward James en Xilitla. Parar continuar con nuestra experiencia visitaremos el pueblo mágico de Xilitla, asentado en lo alto de las montañas, este sitio nos invita a degustar sus delicias culinarias, como lo son las famosas enchiladas potosinas, junto a una humeante taza de café de la región, café de altura reconocido a nivel nacional.

Otras alternativas para visitar en este pueblo mágico son el Museo de Leonora Carrington, el cual resguarda parte de la obra de esta afamada artista surrealista, así como el Ex Convento Agustino, edificación que data del año 1553 y que, por lo alto de sus altos muros sirvió como fortaleza para resistir los ataques de los Chichimecas.

Más tarde podremos ser testigos de uno de los fenómenos más impresionantes de la naturaleza, el cual se lleva a cabo en el “Sótano de la Huahuas”. El espectáculo natural comienza con el canto abrumador de las aves, que en espiral, sobrevuelan el sótano. Se calcula que este abismo tiene un diámetro aproximado de 70 metros y una profundidad de 478 metros. Nuestros oídos nos incitan a buscar el origen de dichos cantos pero son sorprendidos por otro sonido, el de proyectiles que, como flechas cruzando el aire resuenan en la atmosfera que nos rodea. A la vista podemos percibir líneas, estelas, que similares a estrellas fugaces, dejan los vencejos de collar blanco al ingresar al sótano a una velocidad de más de 160 kilómetros por hora.